LA BRUJA DEL NORTE

La bruja del norte era… sutil, te envolvía con su halo de amable hechizo quitándote tu personalidad, convenciéndote de integrarte con el mundo y poder ser uno con el universo, jajajaja¡¡¡¡

Convencida de su inteligente postura y verdad inalterable, se paseaba montada en su escoba volando por encima de tu cabeza hasta producirte la mayor migraña moral de tu existencia, chupando libidinosamente y erizándote los pelos de la nuca.

Cuando perdiste la proporción de los momentos, y la de los sentimientos, desde cuando te crees lo suficientemente elevada para volar por encima de los demás machacando con tu escoba los deseos de la luz, despreciando la forma y manera, creyéndote que eres omnipotente, el que todo lo sabe, cuando te cubriste de una nube de santidad, desapareciendo y reviviendo en el momento más incierto con esa manera falsamente inocente, cubriendo y rodeando como si nada pasara y nada importara.

Escudándote en las malas experiencias, regodeándote en el dolor de la existencia para manipular y frustrar los sueños, apagar la luz, usar.

Y así me remueves y me resisto, con cuerdas alrededor de mi cuerpo, intentando desatarme dentro de un mar embravecido, luchando con la corriente y el peso que me empuja hacia abajo,.

Conseguiré justo llegar en el momento que el aire deje de entrar en mis pulmones, quemados por la necesidad,

La bruja del norte envía su risa sarcástica hasta mí, y vuelvo la cabeza para no oír su canto de sirena, no desapareceré, 

Y no es el tiempo, ni la lluvia, ni las nubes, ni siquiera el sol, dejo de ser para ser, fluyendo, fundiéndome en algo que a veces ni entiendo,…me entiendes,…lo entiendes, es el momento de cortar, ya es el momento de avanzar, y como una serpiente cambiando su piel mi nuevo traje cada vez se ajusta más a mis medidas.

Mírame, mírame, bruja del norte, mírame, siento como mi cerebro envía la señal a mi brazo que se levanta, abre la mano, tiende los dedos, y con la cabeza baja y el alma en alto sujeto tu escoba, ahora… elevo mis pies y los planto en el suelo con firmeza, esta vez no podrás, empujaré hacia abajo y como un pequeño David giraré mi honda cada vez más rápido hasta alcanzarte y derribarte Goliat, con pies de barro, ya he empezado a andar.

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